Teoría y Práctica de Valores
Facilitadora: Susana
Morales Silva
Lectura N° 1: El caso de Teresa
Un bebé acaba de nacer, pero nadie a su
alrededor se comportaba como la gente suele comportarse en un parto, porque
este bebé ha llegado al mundo con un cerebro deficiente. En términos médicos,
este bebé padece de anencefalia; sólo tiene la parte más primitiva del cerebro,
aquella situada encima de la médula espinal y que controla los latidos
cardiacos, la respiración y demás funciones autónomas (más o menos automáticas)
que mantienen con vida a un cuerpo. El bebé, una niña a quien sus padres han
puesto por nombre Teresa, nunca podrá reconocer sus rostros ni a ninguna otra
persona o cosa en el mundo. Nunca podrá pensar ni hablar, ni tener ningún tipo
de interacción con nadie. El personal médico del hospital donde ha nacido
asegura que en unos días, quizá semanas, la niña habrá muerto.
En la esperanza de encontrar algún
significado a esta tragedia, sus padres toman la dolorosa decisión de donar sus
órganos, con el fin de que otros niños puedan seguir viviendo. Para los padres
de Teresa, esto significa que su breve vida y su muerte tendrán un significado.
Si esperan a que sobrevenga su muerte natural, sus órganos se habrán
deteriorado a tal punto que ya no serán idóneos para un transplante. ¿Debe
permitírseles que autoricen la donación de los órganos de Teresa mientras la
pequeña está con vida (conforme a ciertas definiciones médicas, aunque no
necesariamente conforme a toda las definiciones, y teniendo en cuenta, además,
que esto sucede en Estados Unidos, donde según las leyes de algunos estados Teresa
sigue con vida y según las leyes de otros estados la pequeña no está viva)?
Los deseos de los padres se basan en
resultados. Por mucho que ellos lo desearan, su bebé nunca saldría del hospital
con ellos. Nunca tendrá vida en el sentido en que ellos entienden el término.
Todo su interés está ahora en revestir de significado la fugaz existencia de Teresa
y su muerte prematura. Si otro niño u otros niños pudieran vivir después de
recibir los órganos de Teresa, los padres de la pequeña se sentirían consolados.
Su dolor se vería mitigado al saber que su hija seguía, en cierta forma, viva
en otros niños. Para algunos de los receptores, el corazón o el hígado
significarían la diferencia entre la vida y la muerte; para otros, recibir un
órgano significaría una gran mejora de la calidad de vida.
El resultado que ellos más hubieran
deseado –un bebé sano que llevarse a casa y amarlo- les ha sido negado, pero
entre los muchos resultados posibles, los padres eligen la donación de órganos
como la mejor posibilidad para ellos, para los demás niños y para su hija. No
habría, desde su punto de vista, absolutamente nada que ganar contemplando el
deterioro de los órganos de su hija hasta el punto en que, en el momento
inevitable de su muerte, quedaran inservibles.
Una vez que ha escuchado los deseos de
los padres, el consejo de ética del hospital se ha reunido en sesión de
emergencia para decidir la cuestión. Si bien todos sus miembros están
comprometidos a hacer lo moralmente correcto, también están conscientes de las sinceras
diferencias de opinión que existen al respecto. Todo el mundo es solidario con
el dolor de los padres, pero también todos están pendientes de la publicidad
que sin duda rodeará al caso y a sus numerosas ramificaciones legales. Aquello
que decidan tendrá implicaciones a largo plazo.
Uno de los miembros del consejo, un
médico, comienza recordando a todos los demás colegas que han hecho el
juramento de preservar la vida. Como médicos, no pueden tomar la vida de un
paciente para salvar las vidas de otros, ni aun cuando exista la certeza de que
la vida de Teresa será breve. Mientras el bebé tenga vida, tiene derecho a su
atención y protección, y a ellos no les corresponde en absoluto jugar a ser
Dios y disponer de sus órganos mientras su cuerpo los mantenga con vida. Su
vida y sus órganos, están en sus manos. Cuando la niña muera, sus padres podrán
tomar todas las decisiones que crean oportunas acerca del destino de sus
órganos, pero mientras sea una paciente con vida, deben valerse de todos los
recursos médicos para asegurar que la vida de Teresa se preserve.
Otro miembro del consejo, un abogado,
se centra en la comparación de personas en edad madura cuyos cuerpos “viven”
pero que carecen de actividad cerebral. Existen precedentes legales y médicos
para retirar a esos pacientes de los sistemas que les prolongan la vida y
permitirles que mueran. Teresa se halla en una situación similar. Puesto que no
posee actividad cerebral –el electroencefalograma (EEG) mostraría una línea
plana- Teresa es en esencia un cuerpo carente de cerebro. En ella no cabe
confusión con otros pacientes que, lesionados o enfermos, incluso graves,
conservan su capacidad de raciocinio y poseen existencia mental. Podríamos
incluso, observa este miembro del consejo, hacerle un favor a este bebé, al
terminar su breve, inútil y posiblemente dolorosa vida. La diferencia en el
caso de Teresa consiste en que sus órganos tendrían que ser extraídos en
presencia de un “corazón que late”.
Un tercer miembro del consejo, un
sacerdote, discrepa y hace hincapié en que, ya sea que Teresa encaje o no
dentro de la definición de persona, es, en efecto, una persona conforme a las
leyes del estado y a la ley de Dios, quien la creó. Sólo respetando la vida en
todas sus formas –tanto a aquellos que son similares a nosotros como a quienes
son radicalmente diferentes- podemos seguir un curso de acción verdaderamente
moral. Si perdemos un respeto vital por la vida del individuo, abrimos las
puertas a abusos tales como los cometidos en los campos de exterminio nazis y
en las celdas de tortura de las prisiones de todo el mundo. Nunca podemos
llevar a cabo aquello que sea meramente conveniente cuando se trata de la vida
de un ser humano; siempre debemos preguntarnos qué le debemos a esa persona
como individuo. Lógicamente a Teresa le debemos la vida tanto tiempo como sea
posible; no hay cabida para otros argumentos.
La siguiente persona que expresa su
opinión, una enfermera, se pregunta acerca de las otras vidas –algunas de ellas
en ese mismo hospital- que podrían salvarse si acortamos la vida de este otro
bebé en una semana cuando mucho. Luego de mencionar los casos de varios bebés y
niños de corta edad, cuyos pronósticos de vida son sombríos, la enfermera
observa que sin los órganos donados, casi todos ellos morirán en el plazo de un
mes porque ninguno de ellos tiene las suficientes probabilidades en una lista
de espera de que el órgano que necesitan les llegue a tiempo. Estamos jugando a
la ruleta; ponemos en riesgo algo bueno y cierto, frente a algo malo e incierto.
Teresa carece por completo “de calidad de vida”, pues no está consciente de
nada cuando ocurre a su alrededor. Ser una persona significa estar consciente
del mundo que te rodea y ser capaz de interactuar con él. Ciertamente, no
debemos provocarle en absoluto ningún dolor indebido, pero nada obtenemos al
respetar una personalidad de la que es obvio que Teresa carece.
Un representante de la comunidad, por
su parte, observa que las discusiones acerca de qué elementos constituyen a una
persona como tal, u otras disquisiciones éticas o teóricas no van a resolver
nuestro problema. Podemos –y así lo haremos-
discrepar en cuanto a estos temas abstractos durante toda la noche y no
nos ayudará en nada a decidir qué debe hacerse en este caso. La ética, para
esta persona, involucra cuidado, lo cual hace de este asunto algo muy sencillo:
Debemos cuidar a Teresa. Si vive dos días, una semana, dos semanas, un mes o
cincuenta años, nuestra obligación consiste en hacer cuanto sea posible por que
su vida esté libre de dolor y sea lo más satisfactoria posible. Nos dedicamos a
procurar salud, y, si ello no es posible, procuramos cuidado. No debería
permitirse que nadie muera sin recibir un cuidado amoroso. Este argumento sirve
tanto para un paciente anciano y con una enfermedad terminal como para Teresa.
Si perdemos de vista esta importante consideración, no estaríamos muy lejos de
conceptuarnos como una sociedad anónima comercial y comenzar a basar todas
nuestras decisiones en la “línea de producción”.
Este punto de vista no me parece malo,
dice un administrador del hospital. Está bien y es positivo hablar acerca del
cuidado y calidad de vida de Teresa, pero lo fundamental es que mientras ella
utiliza los tan caros recursos de este hospital para vivir un día o dos más,
nosotros gastamos preciados dólares en cuidado de salud que podrían gastarse en
cuidado prenatal para las madres de la comunidad o para proporcionar vacunas
que erradiquen las enfermedades de la infancia. ¿Por qué utilizar nuestros
recursos limitados en un paciente que no vivirá, todos coincidimos en esto, más
allá del día 15 de este mes? Lo que conseguiremos no será ayudar a la niña,
sino obstruir más a nuestro ya sobrecargado cuerpo médico. No existe una base
racional para comprometernos a mantener con vida a este bebé, una vez que sus
padres han tomado la apreciable decisión de donar sus órganos.
Lectura
N° 2: “Los Valores”[1]
Noción de Valor
·
El ser humano por su especial contextura de ser
inacabado experimenta la urgencia de satisfacer una serie de necesidades de
diversa índole e importancia. Todo aquello que responda y satisfaga a tales
urgencias es considerado valioso pues sirve para completar diferentes
dimensiones de la persona: físicas, intelectuales, espirituales. Un valor es
todo aquello que satisface una necesidad humana.
Tipos de Valor
·
Existen diferentes tipos de valores: económicos,
políticos, estéticos, vitales, religiosos, teoréticos, culturales y éticos.
Características de los
valores
·
Bipolaridad: todo valor tiene un polo negativo y un
polo positivo.
·
El rango: un valor no es superior a otro,
la superioridad de un valor se aprehende por un acto especial que es “el
preferir” subjetivo que cada persona hace de los valores que asume para guiar
su conducta. Por tal característica, los valores no pueden ser clasificados en
orden de importancia, sino que son jerarquizados por cada persona conforme a
sus preferencias.
Jerarquía de valores
· Cada persona
establece su jerarquía de valores, es decir, prioriza, ordena y articula los
valores a partir de los fines que se ha trazado para dar sentido a su vida.
La
materia del valor moral
·
El valor moral tiene por
materia las acciones libres en las que el ser humano se define a sí mismo.
· La naturaleza
que sustenta el valor moral es la
acción humana, es decir, entra dentro de la estructura dinámica del ser
humano, que es la que define a la persona.
Características
Específicas de los Valores Éticos
Compromiso
Interno
· El valor moral hace
referencia directa en inmediata a la subjetividad entendida como
intencionalidad, como libertad y compromiso.
· Lo especifico del
valor moral está en la intención del sujeto, incluye tanto la dimensión
objetiva como la dimensión subjetiva de la acción moral
Tabla de Valores Éticos
·
Valores Éticos Antropológicos son los rectores del
sistema axiológico de toda la persona. Estos son: La dignidad humana, que es el valor fundamental del resto de valores. Son también valores
antropológicos, la libertad y la igualdad.
· Valores éticos individuales son los que cada persona elige, se
apropia de estos valores para regir su conducta: verdad, amistad, autoestima,
autonomía, sinceridad, franqueza, respeto, sencillez, diligencia,
espiritualidad, honradez, bondad, serenidad, gratitud, admiración, atención,
escucha, organización, constancia, crítica, dinamismo, cortesía, empatía,
paciencia, humildad.
· Valores éticos sociales son aquellos valores básicos que la persona
elige y comparte con otras personas a fin de lograr la convivencia en pacífica,
la vida democrática. Son valores sociales la justicia, solidaridad, equidad,
confianza, reciprocidad, diálogo, cooperación, colaboración, diálogo,
pluralismo.
Relación
entre valores y cualidades de la personalidad
· La personalidad es
el carácter que nos formamos, es la expresión superior del mundo subjetivo de
cada persona, que se expresa en el comportamiento del sujeto y refleja sus
cualidades internas.
· Cuando la persona
logra su autonomía a partir de valores éticos que dirigen responsablemente su
conducta, se puede afirmar que los valores son cualidades o VIRTUDES de la
personalidad, lo que supone un nivel de autoconciencia sobre los
valores y que los valores tienen un sentido personal para el sujeto.
Las Virtudes
·
Las virtudes son un conjunto de valores que sirven
de guía a la persona en la toma de
decisiones, y son su soporte y apoyo a la hora de actuar.
VIRTUDES
|
CONJUNTO DE VALORES
|
Perseverancia
|
Constancia,
paciencia, organización, diligencia, autoestima, optimismo
|
Honestidad
|
Verdad,
respeto, sinceridad, franqueza, confianza, humildad
|
Solidaridad
|
Empatía,
generosidad, comprensión
|
Profesionalidad
|
Eficiencia,
organización, diligencia, crítica, honradez
|
Cooperación
|
Empatía,
confianza, reciprocidad, diálogo, escucha, ayuda, tolerancia
|
Los
Valores en la sociedad actual: relativismo, subjetivismo, politeísmo,
pluralismo moral, Ética Cívica o Ética de Mínimos.
Relativismo moral: Esta postura sostiene que la calificación moral de una acción
depende de la cultura o del grupo humano.
Así, cada época, raza, pueblo o civilización tiene su propia escala de
valores, llegan a la conclusión de que no hay valores universalizables, sino
que el mundo de las valoraciones es siempre relativo a tradiciones, culturas.
Como
las tradiciones y culturas son diversas, y las circunstancias son cambiantes,
ningún conocimiento o principio moral, según esta postura, es objetivo o
universal. Es decir, el relativismo postula que ningún conocimiento o principio
moral es verdadero, independientemente de las opiniones de las personas o de
sus circunstancias; ni tampoco, por esa misma razón, es válido para todos en
todo tiempo y lugar. En realidad, el relativismo, en cuanto al conocimiento de
la realidad en general, deviene en agnosticismo (la negación o la puesta en
duda, de la capacidad del ser humano de conocer la verdad objetiva) y en cuanto
al conocimiento de lo moral, en individualismo o subjetivismo.
Subjetivismo moral: Consiste en creer
que las cuestiones relativas a los valores morales son muy subjetivas, que en
el ámbito de los valores cada persona elige una jerarquía de valores u otra,
pero la elige por una especie de fe. Por eso se produce en el terreno de los
valores una especie de politeísmo moral que
consiste en que cada uno “adora” a su dios, acepta su jerarquía de valores y es
imposible encontrar un acuerdo argumentado, un acuerdo intersubjetivo.
Ciertamente, en las sociedades con
democracia liberal, está muy extendida la convicción de que las cuestiones
morales son subjetivas o relativas a cada sociedad o cultura y de que el
pluralismo consiste en tolerar las opciones ajenas. Sin embargo, esto no sería
pluralismo, sino politeísmo. Afortunadamente, no es este el modo de moral
vigente en las sociedades actuales o, al menos, el modo vigente en la
conciencia social de lo que debería ser.
El pluralismo moral, a diferencia del politeísmo, exige al
menos un mínimo de coincidencia, no alcanzada a través de pactos o
negociaciones, sino de un conjunto de valores y normas que comparten los
miembros de una sociedad pluralista, sean cuales fueren sus concepciones de
vida buena, sus proyectos de vida feliz.
El pluralismo moral es incompatible con
el subjetivismo y el relativismo moral, ya que el relativismo supone que lo
correcto o lo bueno depende de las culturas o de los grupos, o de las
jerarquías individuales, mientras que el pluralismo reconoce unos mínimos
comunes, válidos para todos.
Ética Cívica: Los valores que componen
ese mínimo común conforman la Ética Cívica, que es la piedra angular para
construir las diversas éticas profesionales, lo mismo que la ética de las
instituciones y las organizaciones.
La Ética Cívica es el conjunto de
valores y normas que comparten los
miembros de una sociedad pluralista, independientemente de sus concepciones de
vida buena. Ciertamente, las personas desean ser felices y desean serlo a
través de diversas dimensiones: La dimensión familiar, por la cual son miembros
de una familia; la dimensión religiosa, por la cual son miembros de una
comunidad de creyentes; la dimensión profesional, por la cual están enroladas
en profesión. Sin embargo, a todas ellas les une el hecho de ser miembros de
una sociedad, de una comunidad cívica, estrechamente ligados a otras personas,
que formar parte de otras familias, otras comunidades de creyentes, otras profesiones.
Por eso la ética cívica es una ética de
las personas en cuanto ciudadanas, es decir, en cuanto miembros de una polis, de una civitas, de un grupo social que no es exclusivamente religioso, ni
exclusivamente familiar, ni tampoco estatal, sino que engloba las diversas
dimensiones de las personas (religiosas, familiares, profesionales) las
aglutina y crea un lazo entre todos los que profesan distinta fe, pertenecen a
distintas familias y desempeñan distintas profesiones, comparten el espacio con
distintos vecinos, pero no puede pretender en modo alguno absorber todas esas
dimensiones de la vida social. Conviene siempre recordar que la reducción de
las dimensiones sociales, la reducción de la pluralidad, mata la vida.
Bruce Lipton (Lectura
N° 3)
Nacido el 21 de octubre de 1944, 68 años,
Kisco, New Cork (EE. UU.), es un biólogo
celular estadounidense, considerado una de las
principales y más controvertidas voces en la nueva biología, contraria al paradigma darwinista y partidaria de que el entorno y
la cooperación (tesis de Lamarck) y no los genes son el auténtico motor de la vida. Es autor del
best seller La biología de la creencia.
Biografía
Bruce H.
Lipton, es doctor en biología
celular por la Universidad de Virginia en Charlottesville (1972). Su mentor fue el Dr. I. R. Konigsberg.1 Ha sido profesor e investigador
en varias universidades y colegios universitarios de diversos países. El
primer lugar, entre 1973 y 1982, ejerció como profesor en la Facultad de Medicina
de la Universidad de Wisconsin, donde además desarrolló diversas investigaciones,
algunas de ellas sobre el entorno como regulador de la actividad génica, consideradas como precursoras de
la Epigenética.2 3 Lipton se convirtió en uno de los
pioneros en la investigación con células madre, concretamente sus estudios se
centraron en los mecanismos moleculares que controlan el comportamiento celular.4 5 Una técnica de trasplante experimental desarrollado por el Dr. Lipton y su
colega, el Dr. Ed Schultz, fue empleada más tarde como una nueva forma de ingeniería
genética humana.6
Posteriormente,
debido a una crisis personal, abandonó la universidad formando una banda
musical de rock and
roll,7 hasta que en 1983 volvió a la enseñanza y la investigación. Ya en 1988, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, se convirtió en un vehemente partidario de la
nueva biología, que cuestiona la versión darwinista de la evolución y la premisa
básica de que los genes controlan la vida. Siendo un
pionero del estudio científico de la biología
celular, realizó
una serie de experimentos junto al jefe del departamento de patología, Dr. Klaus Bensch, que le
llevaron definitivamente a adoptar su visión alternativa de que el medio era
el auténtico motor, y con la que disentía ya abiertamente de aquellas
premisas básicas neodarwinistas.8 9 Sus experimentos, junto a los de
otros investigadores en el campo de la biología, han examinado minuciosamente
los mecanismos mediante los cuales las células reciben y procesan información.
Lipton ha
impartido enseñanza sobre biología
celular, histología, anatomía
humana, fisiología, embriología médica, biología fractal,
biología de la conciencia, biología de la medicina complementaria e inmunología.
Además de
numerosos artículos científicos, publicados en las más prestigiosas revistas
de ciencia norteamericanas, ha escrito y también colaborado en diversos
libros, algunos de ellos textos académicos. También ha participado y
participa en numerosos documentales, programas de radio y televisión, cursos y talleres, además de una
intensa actividad como conferenciante.
Se le ha
concedido el premio al mejor libro de ciencia en 2006, por la USA Book News,10 y el Premio Goi a la paz por la Goi
Peace Foundation (Tokyo, Japón), en 2009.11
Pertenece
a la American Association for the Advancement of Science (Asociación Estadounidense para el
Avance de la Ciencia) y a la Association for Prenatal and Perinatal Health and Psychology,
de la que es miembro de su junta directiva.
Teorías
Lipton
postula cuatro propuestas fundamentales:
Entorno
Lipton
parte de una idea básica fundamental, que no es el núcleo sino la membrana celular el auténtico «cerebro» de la célula. Ello lo explica mediante un
relativamente sencillo experimento, inicialmente diseñado para
probar que el núcleo y sus genes eran el auténtico cerebro
celular. Si se enuclea una célula, es decir si se le extrae el núcleo, ésta
no morirá, sino que continuará viviendo (hasta más de dos meses)8 12 y teniendo las mismas funciones
que antes de la enucleación; ingerir y metabolizar sus alimentos, respirar,
digerir, excretar, motilidad, etc. Y además de conservan la capacidad de
intercambiar información con otras células y desarrollan las apropiadas
respuestas de crecimiento o protección desencadenadas por los estímulos del
medio externo. Aunque hay dos acciones que la célula no puede realizar, no
puede dividirse ni puede reproducir las partes proteicas que se pierden a causa del propio
desarrollo de la célula, lo que en última instancia le acarreará la muerte.
Su conclusión es, que las células enucleadas siguen manteniendo los
comportamientos vitales complejos y coordinados, y por tanto el cerebro de la
célula sigue intacto. La célula no muere al extraerle el supuesto cerebro o sistema nervioso central, como ocurre con cualquier organismo vivo. Muere porque ha perdido su
capacidad reproductora, por ello mas bien el núcleo y los genes serían el aparato
reproductor.13 14
El
auténtico cerebro de la célula sería por contra la membrana celular. La
información se introduce en la célula a través de las proteínas receptoras de
la membrana. Los receptores provocan a su vez las proteínas efectoras (de
acción) y convierten la información del entorno en el lenguaje conductual
biológico.15 Las proteínas serían pues las
responsables de la estructura y las funciones de los organismos biológicos.16 Las señales medioambientales
provocan cambios en la forma de las proteínas, y los movimientos resultantes
de esos cambios originan las funciones vitales.17 Y por tanto los interruptores
proteicos (cada interruptor compuesto por un receptor y un efector proteico)
situados en la membrana celular responden a las señales medioambientales
mediante la regulación del comportamiento y las funciones celulares.18
De sus
estudios, Lipton concluyó que la membrana celular se comporta exactamente
igual que un «semiconductor de cristal líquido con puertas y canales», por
tanto estructural y funcionalmente es equivalente a un chip de cristal de silicio de un computador, es decir un microprocesador.19 Esta hipótesis fue confirmada
posteriormente por un grupo de investigadores dirigidos por B.A. Cornell, que
concluyó que no solo se parecía a un chip, sino que funcionaba como si lo
fuera.20
Y sería,
en definitiva, la membrana la que procesa la información y dirige la percepción de la célula. Si perciben, a
través de la información que le llega, que el ambiente es seguro, la célula
funcionará para crecer, si perciben que no lo es, funcionará para sobrevivir.21
Lipton no
duda de la importancia de los patrones de ADN almacenados en el núcleo, pero indica que no
controlan las operaciones celulares. Señala que el dogma central de la biología,22 conocido por «La supremacía del
ADN», que postula un flujo de información unidireccional: ADN → ARN → Proteínas, no es cierto. Indica que el ADN,
que es el molde de lo que se reproducirá, y que constituye el núcleo de los cromosomas, está recubierto por proteínas
reguladoras, pero cuando los genes están cubiertos su información no puede
ser reproducida sin más. Se necesita una señal externa que controle a las
proteínas reguladoras y finalmente son estas las que controlan la actividad
génica. Por tanto dicho flujo, sería el siguiente: Señal ambiental → Proteínas reguladoras → ADN → ARN → Proteínas. En consecuencia la
actividad génica está regulada por la presencia o ausencia de las proteínas
reguladoras, que a su vez están controladas por las señales del entorno.
Indica también, que el flujo de información ya no es unidireccional, sino
bidireccional. Aduce por ejemplo el trabajo del Premio Nobel Howard Temin, precisamente por su descripción
de la transcriptasa inversa, el mecanismo molecular mediante el cual el ARN puede
reescribir el código
genético.
Básicamente indica que la información contenida en el ARN puede fluir en
dirección contraria.23 O el trabajo de H. F. Nijhout,
que resalta que los genes no son autoemergentes, no son más que planos y como
tales no pueden activarse o desactivarse por si solos.24 Por tanto señala también, que no
es posible que nos concentremos solo en los moldes (ADN), cuando diversos
estudios sobre la síntesis de proteínas revelan que los «sintonizadores epigenéticos», pueden crear hasta treinta mil
variantes de proteínas a partir de un mismo molde génico.25
También
basa Lipton sus conclusiones, en los resultados del Proyecto Genoma Humano. Dicho proyecto partía de la base de que debía
haber unos ciento veinte mil genes localizados en cada uno de los veintitrés
pares de cromosomas humanos, que serían los moldes de los más de cien mil
tipos de proteínas diferentes que componen nuestro organismo. Pero el
resultado fue que solo se encontraron unos veinticinco mil genes.26 Lipton los compara con los
veinticuatro mil genes del primitivo gusano Caenorhabditis, cuyo cuerpo está compuesto por 969 células y un
cerebro formado por unas 302 neuronas.27 Lo que llevó a decir a David Baltimore, ganador de un Premio Nobel:
A menos
que el genoma
humano contenga
un montón de genes que resultan invisibles para nuestros ordenadores, es evidente que nuestra
incuestionable complejidad no se basa en que tengamos más genes que los
gusanos o las plantas. Comprender cuál es el origen de
nuestra complejidad (de nuestro descomunal repertorio de comportamientos, de
la capacidad para llevar a cabo acciones conscientes, de nuestra extraordinaria
coordinación física, de la habilidad para realizar cambios precisos en
respuesta a las variaciones del entorno, del aprendizaje, de la memoria. ¿Es
necesario que continúe?) seguirá siendo un enigma por descubrir en el futuro.
En
definitiva, indica Lipton, el entorno y la percepción que de él tienen las
células es el que interfiere en la regulación
genética y guía la
evolución del organismo, y no como postula el neodarwinismo sintético que son los genes los
que lo dirigen (determinismo
genético). Por
tanto la evolución de nuestro cuerpo estaría regulada por las percepciones
que tenemos del entorno, ya sea este el medio ambiente físico, cultural y
social, además de los pensamientos y emociones propios.29
Cooperación
la evolución se basa en una interacción
cooperativa e instructiva entre los organismos y el entorno que permite a los
seres vivos sobrevivir y evolucionar en un mundo dinámico. Su idea era que
los organismos adquieren y transmiten las adaptaciones necesarias para su
supervivencia en un entorno cambiante
Bruce Lipton30
Y al que
estima como el primer científico que consideró la evolución un hecho científico. Y cita en su libro, La
biología de la creencia, al artífice principal del neodarwinismo (una actualización del darwinismo que incorpora la genética
molecular), Ernst Mayr, que en su tratado Evolution
and the Diversity of life,31 indica:
Me parece
que Lamarck tiene mucho más derecho a reclamar el título de descubridor de la
teoría de la evolución, como de hecho así lo consideran muchos historiadores franceses... Fue el primer autor que dedicó
todo un libro a presentar una teoría de la evolución de los organismos. Fue
el primero en presentar el sistema animal al completo como producto de la
evolución.
Parte
Lipton de la idea, de que cualquier ser vivo multicelular es en realidad una asociación
altamente organizada de cientos, miles, millones o billones de células, y que esa tendencia hacia
comunidades cada vez mayores no son más que el reflejo del imperativo biológico de la supervivencia. Cuanto mejor
perciba un organismo el medio que lo rodea, más y mejores oportunidades
tendrán de sobrevivir.
En las
primeras etapas de la evolución, las células comenzaron a unirse para formar
colonias de organismos pluricelulares, dichas colonias fueron
adquiriendo un mayor conocimiento del medio en que vivían, y ese conocimiento
fue aumentando sus posibilidades de sobrevivir en un mundo dinámico. Las
células de dichos organismos, que al principio realizaban las mismas
funciones, fueron especializándose, puesto que dejó de ser una ventaja el que
todas las células hicieran lo mismo. Es el llamado en biología Proceso de diferenciación.33
También
indica que los avances de la genética han revelado mecanismos de
cooperación entre especies. Si hasta ahora se creía que los genes solo se transmitían a la descendencia entre
organismos de la misma especie, diferentes estudios demuestran
que los genes se comparten entre miembros de
distintas especies, y que esa distribución de información mediante la
transferencia genética acelera el proceso de evolución, puesto que los
organismos pueden adquirir experiencias ya aprendidas por otros organismos.34 35 36 37
En
realidad cuanto mejor perciba un organismo el medio que le rodea, más
oportunidades tendrán de sobrevivir y cuando las células se agrupan aumentan
su consciencia del entorno de un modo exponencial. Ello lo extrapola a toda
la vida en general, y defiende la teoría de James Lovelock de que la Tierra es un
superorganismo que utiliza la evolución para regular los excedentes de su
complejo metabolismo (Hipótesis Gaia). Apoyando también el estudio del
científico Timothy Lenton,
Los rasgos
evolutivos que benefician al sistema como un todo tienden a reforzarse,
mientras que aquellos que alteran o desestabilizan el ambiente de una forma
desfavorable son reprimidos
Timothy Lenton38
Creencias
Lipton
indica que los interruptores proteicos situados en la membrana celular proporcionan básicamente un
conocimiento del entorno a través de sensaciones físicas, y eso significa percepción.39 En consecuencia esos
interruptores representan las unidades fundamentales de percepción y son
capaces de responder a las señales externas, por tanto la percepción a través
de la membrana controla el comportamiento celular.9
Pero,
puesto que los organismos multicelulares son comunidades de células, la
actividad de dichos organismos está igualmente controlada por la percepción
que tienen del medio externo. Solo que en ese caso las células no actúan
independientemente. Para regular ese comportamiento en todo el organismo, la
evolución ha posibilitado el que un grupo de células se especialicen en esa
función. El llamado Sistema Nervioso, que es el encargado de coordinar
y regular dicho comportamiento global. Este sistema fue evolucionando
incorporando un mayor número de células y órganos cada vez más especializados. Y de
comportamientos reflejos elementales se pasó a poder aprender de experiencias
anteriores. Por último, aparecieron ciertas estructuras en los humanos
asociadas al pensamiento, la planificación y la toma de
decisiones, y en apariencia donde se ubica el procesamiento mental de la autoconciencia. Además es autorefleja y tiene
acceso a la mayor parte de nuestra memoria a
largo plazo, por
tanto podemos decidir cambiar nuestra programación ante las señales del
entorno. Es decir podemos obviar la programación del subconsciente (libre albedrío).40
No
obstante, los humanos podemos aprender de forma indirecta, no como ocurre con
la mayoría de los organismos que necesitan estímulos directos. Pero ese
aprendizaje puede contener información errónea o correcta. Y hay que tener en
cuenta que nuestro consciente puede procesar unos 40 estímulos
por segundo, mientras que nuestro subconsciente puede procesar unos 20 MO de
estímulos por segundo,41 Y aquí, señala Lipton, es donde
surge el problema, puesto que nuestro subconsciente funciona mediante un
mecanismo de estímulo-respuesta. El subconsciente no espera a realizar un
análisis de la situación, simplemente actúa. Y teniendo en cuenta que el 95%
de nuestras decisiones, acciones, emociones y conductas provienen de nuestro
subconsciente,42 si nuestras percepciones o
aprendizaje no han sido correctos, nuestras respuestas tampoco lo serán.43 Es decir nuestras respuestas a
los estímulos externos están controladas por nuestras percepciones e ideas, y
que en realidad se convirtieron en creencias. Por tanto, concluye Lipton, las
creencias controlan nuestra biología.44
Aprendizaje
Lipton
indica que los padres actúan como ingenieros genéticos incluso antes de la concepción. Señala que los actos,
pensamientos y emociones de los padres influirán tanto mental como
físicamente en su futuro hijo. Y basándose en los estudios de diversos
investigadores,45 46 reseña:
en la
etapas finales de la maduración del óvulo y de los espermatozoides, se ajusta la actividad de los
grupos de genes específicos que darán forma al
niño que está por nacer mediante un proceso llamado «impresión genómica»
Bruce Lipton47
Después de
la concepción, destaca también la importancia vital de la actitud de los
padres en el desarrollo del feto. La madre por su interacción
directa, y el padre por su relación con aquella. Por tanto todo el medio
externo que afecta a los padres afectará a los nonatos dependiendo como
perciban y procesen la información sus padres. Citando al psiquiatra Thomas
R. Verny:
De hecho,
el enorme peso de las evidencias científicas que han surgido durante la
última década exige que reconsideremos las capacidades físicas e
intelectuales de los nonatos. Tanto si están dormidos como despiertos, los
estudios muestran que los nonatos perciben constantemente los actos, los
pensamientos y los sentimientos de la madre. Desde el momento de la
concepción, las condiciones del útero moldean el cerebro y establecen las bases de la personalidad, el temperamento emocional y la capacidad del pensamiento
lógico del niño.
Thomas Verny48
También
indica que el feto absorberá por el cordón
umbilical, junto a
los nutrientes, todas las demás substancias que
circulen por la sangre de la madre, como exceso de glucosa, de cortisol u hormonas del estrés, y que todas ellas alterarán el
desarrollo de la fisiología de su hijo y podrán dar lugar a
futuras enfermedades.49 50 51 Por tanto el ambiente prenatal es
de una importancia extrema, tanto física como intelectualmente, señalando por
ejemplo que el componente de inteligencia heredado podría bajar
sustancialmente.52 53 También indica que el sistema nervioso del feto posee un amplio repertorio de capacidades
sensoriales y de aprendizaje, y una especie de memoria que los
neurocientíficos denominan «memoria implícita» y que todo ello influirá
profundamente en la salud y en su comportamiento a lo largo
de su vida.54
Después de
nacer, Lipton señala que un periodo de suma importancia, quizás el de mayor
importancia de todos, es el que va desde el nacimiento hasta los seis años. Un periodo
donde el cerebro opera en las frecuencias electroencefalográficas más bajas. Desde el nacimiento
hasta los dos años, predominantemente entre 0.5 a unos 4 hertzios (ondas delta), y desde los dos años hasta
aproximadamente los seis entre 4 y 8 hertzios (ondas theta).55 En dichos estados el sujeto es
altamente sugestionable, abierto absolutamente al aprendizaje y pudiendo
almacenar una increíble cantidad de información. Dicha capacidad es una
adaptación neurológica muy importante que facilita el
proceso de culturización, puesto que no sería ventaja
evolutiva alguna transmitir los comportamientos culturales mediante instintos programados genéticamente. Y todos esos conocimientos se
adquieren sin la participación activa de los padres, educadores, etc.56 Por tanto, los comportamientos,
las actitudes y las creencias se almacenan en la memoria subconsciente, y cuando ello ocurre controlan
toda la biología el resto de la vida. Pero hay que tener en cuenta, que el
aprendizaje se realiza en el nivel de las percepciones (convertidos en
senderos sinápticos rígidamente integrados), y que se
transformarán en creencias subconscientes (no olvidar el poder de
procesamiento del subconsciente ante el consciente descrito en el epígrafe
anterior)41 a través de la que toda
experiencia futura será filtrada y organizada.57
Las
percepciones correctas conducen al éxito, las percepciones falsas amenazan la
existencia.
Bruce Lipton.58
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Lectura N° 4: FUNDAMENTOS
DE LA ÉTICA
CONFERENCIA
DICTADA POR EL DOCTOR HUMBERTO MATURANA AL SER DISTINGUIDO,
EN
LA UNIVERSIDAD DE TALCA, CON LA MEDALLA “ABATE JUAN IGNACIO MOLINA”
Me
siento muy especial con esta bella medalla. Estoy muy agradecido de la
Universidad de Talca, del honor con el cual me distingue y la verdad que es
interesante, porque cuando yo era chico, pensaba que será de mí cuando sea
grande. Jamás me imaginé que iba a recibir una medalla al mérito, y con un
nombre tan distinguido como el del abate Juan Ignacio Molina.
Yo
quiero hablar de los fundamentos biológicos. Quiero sí antes completar una
anécdota que he vivido. Completar dije, ¡por favor!, porque hay un pequeño
episodio anterior que hace que esta anécdota tenga un sentido entre personas.
Después
de la cena, de la comida, del almuerzo, (en la Moneda), pasamos a ese salón a
conversar y antes que Pinochet se fuese, se me acercó Igor Saavedra, que en esa
época era miembro de la Junta Directiva de la Universidad de Chile y me dice:
´´ Vamos a hablar con el Presidente ´´. “No”- le digo yo-“no quiero”. “Vamos a
hablar con el Presidente, está solo”. “No, no”. “Vamos a hablar con el
Presidente”- dice. Yo pienso “estamos en Chile, la tercera es la vencida.
¡Vamos!”. Así que nos acercamos e Igor Saavedra le dice: “Señor Presidente,
tengo el placer de presentarle al doctor Maturana, distinguido biólogo”.
Pinochet se vuelve hacia mí, me da la mano y me dice: “Comparto sus buenos
deseos”. Y yo le digo “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Honestamente,
¿qué otra cosa podría haberle dicho? Esto es algo que todos los chilenos
entendemos que significa. Si tengo un cierto deseo y es en serio, entonces
tengo que hacer eso- a Dios rogando y con el mazo dando-. No basta con el deseo
y después de eso, a la salida, pasa despidiéndose de los invitados, y se
despide de mí con un “chao”, y yo le digo “chao”.
Yo
creo que es interesante, porque ahí, efectivamente, nos encontramos como
iguales, éramos dos campesinos conversando, dos chilenos, dos personas de esta
tierra desde la cultura tradicional nuestra.
Quiero
hacer una reflexión más en esa dirección y esta vez referirme a la Canción
Nacional. Acabamos de escuchar al comienzo de esta ceremonia la Canción
Nacional. Escuchamos y aplaudimos; ¿y qué aplaudimos? Aplaudimos un canto
ecológico y ético.
Fíjese
que es interesante: ¡ah! Puro Chile es tu cielo azulado, puras brisas te cruzan
también, es decir, hace referencia a la belleza de este mundo y es una
invitación a cuidarla. La Canción Nacional es una invitación ecológica.
Pero
luego viene la estrofa “o la tumba serás de los libres o el asilo contra la
opresión”, que es una invitación ética.
¿Qué
es la ética?
Yo pienso que si uno atiende a los momentos en los cuales uno habla de ética o
de preocupación ética son todos momentos en los cuales uno ve al otro
y le importa lo que al otro o a la otra le pase con las cosas que uno hace.
Y si piensa que si lo que uno hace va a tener consecuencias negativas,
uno se detiene, o sea, la preocupación ética tiene que ver con el ver, con
el ver al otro en su legitimidad, y ¿qué estamos diciendo? “o el asilo
contra la opresión o la tumba será de los libres”, sino exactamente eso.
Y
que éste sea un mundo en el cual los seres humanos surgimos en nuestra
legitimidad y en conjunto contribuimos a que esto se conserve, que sea
parte de nuestro vivir cotidiano hasta el momento más importante de la
vida que es la muerte. Es una visión de un mundo que es acogedor y que cuidamos
justamente por su belleza, que es la invitación ética de la Canción Nacional.
Yo
pienso que es bueno que los chilenos aprendamos nuestra Canción
Nacional desde pequeños y que nos conmueva el cantarla. Pero es mucho mejor aún
que entendamos que es una invitación ecológica y una invitación ética.
Yo
estaba haciendo una clase hace pocos días, donde hice referencia a una obra de
Aldous Huxley que se llama El mundo feliz. Muchos de ustedes pueden haberla
leído, otros la habrán visto en una película que se ha hecho, fue
transmitida por televisión hace poco y ha sido retransmitida varias
veces. Y yo quería destacar en esta clase el hecho de que El mundo
feliz de Huxley es una obra de ciencia ficción, no es una utopía. Tiene
elementos de utopía, pero no lo es.
La diferencia entre ciencia ficción y utopía
está en la orientación de la emoción.
En
la ciencia ficción uno hace una extrapolación de las coherencias
científicas y tecnológicas del presente. Uno extrapola el presente.
Si
estamos viviendo como estamos viviendo ahora. En este ámbito particular de
entendimiento de lo científico, de lo tecnológico, de las relaciones humanas y
seguimos viviendo así, entonces…. Esta será la visión del mundo, las
circunstancias, los sucesos que podrán pasar en la conservación de este
conocimiento, de esa tecnología, de esa orientación en la cual uno está y
proyectándolo más allá…esa es la ciencia ficción. Si ustedes miran las
obras de ciencia ficción: cine, teatro, eso es lo que tienen de particular.
Las utopías hacen referencia a una
cosa muy diferente.
En
la utopía hay añoranza y la añoranza es un deseo de recuperar, de tener algo
que se perdió, pero que uno sabe que estuvo y que es deseable.
La
ciencia ficción tiene que ver con la extrapolación hacia el futuro del
presente; la utopía tiene que ver con el deseo de recuperar, y obtener algo que
uno sabe que es deseable y que ha perdido.
Y
lo que yo quería destacar allí en esta clase que hacía, era que la concepción
del mundo feliz en esta ciencia ficción de Aldous Huxley, centrada en la
supresión de la preocupación del otro, es en verdad (bajo el titulo de crear un
mundo de felicidad), es una invitación a vivir, en el cual el dolor y el
sufrimiento están siendo negados y, por lo tanto, no cabe la preocupación por
el otro, en un ámbito en el cual los seres humanos son dispensables. Lo central
es yo no cuento, soy solamente un ser humano que es un pequeño engranaje en el
marco de lo social. Y esa es la historia del siglo pasado… Buscar la
creación de mundos perfectos a través de la dispensabilidad del ser humano,
porque lo central es lo social y lo que genera es una tiranía. Y yo hablo
de esto en la clase y digo los seres vivos no somos dispensables. Todo ser vivo
es el centro del Cosmos. Su vivir se realiza desde el ser centro del
Cosmos, no como una reflexión cognitiva, no como un análisis filosófico, como
simplemente la operacionalidad: cada uno de nosotros se vive su vida desde sí
como centro del Cosmos, sea una persona, sea un elefante, un ratón, una
bacteria.
Cada
uno de ustedes, si lo mira bien, es el centro del Cosmos. Es la referencia
fundamental desde donde hace todo lo que hace, y todo lo que piensa. Y si
ustedes toman a cualquier ser vivo, lo meten en una jaulita; primero, quiere
salirse de allí; segundo, si las condiciones de vida no satisfacen los
elementos fundamentales de su ser, se muere. Pero, si ustedes lo
acosan, se resiste a morir, es decir, ningún ser vivo se vive a sí mismo como
dispensable. Los seres vivos no son dispensables, los seres humanos no somos
dispensables.
Es
cierto que los seres vivos vivimos comiendo seres vivos. Nos alimentamos de
animales, plantas que son seres vivos. Cada vez que yo como una lechuga yo sé
que estoy comiendo un pariente lejano, pero es un pariente. Claro….las lechugas
no se separaron, las plantas, los vegetales de los animales harán unos dos mil
millones de años, pero es pariente y justamente porque es pariente que me
alimenta.
Claro,
sus estructuras moleculares tienen que ver conmigo, porque somos de la misma
clase fundamental. De modo que esto que nos comamos los unos a los otros
como seres vivos es una cosa que no es una maldad. E s el vivir, pero al mismo
tiempo es un acto sagrado.
Los
aborígenes en algunas culturas, claramente señalan un acto de agradecimiento al
animal que matan para comérselo, porque es la vida de ese animal por la de uno,
que es en el fondo lo que está detrás de las prácticas de agradecimiento o la
comida que uno recibe en un momento determinado. Eso hace a la comida, digamos,
o al comer, un acto sagrado porque es la vida de esos seres. Eso está bien; es
así como somos.
El
problema no está en eso; no está en que los seres vivos se coman unos a otros,
sino que en el espacio humano en el que nos relacionamos los unos a los otros.
Cuál es la ilusión, que oye uno si yo digo los seres humanos no
somos dispensables; cómo me relaciono yo con los otros? ¿Me relaciono
como si fuesen dispensables?
En
esta misma clase yo estaba haciendo referencia a lo que uno hace, porque quería
hablar de determinismo estructural. Yo decía, si tengo aquí una grabadora y
aprieto la tecla que dice grabadora y no funciona, ¿Qué hago? ¿Voy en
busca del médico para que examine el dedo índice de mi mano derecha, porque
cuando apretó la tecla donde dice grabar con ese dedo la grabación no funciona?
No… no hacemos eso, digo yo. Vamos, buscamos una persona que entienda la
estructura de la grabadora y le pedimos que por favor la examine, la
modifique, arregle etc. De modo que la próxima vez que apriete el botón,
grabe. Y eso tiene que ver con el determinismo estructural.
Pero
un alumno levanta la mano y me dice: Hay una tercera posibilidad. ¿Cuál?
“Bótela y compre otra” y yo digo, claro yo no lo voy a hacer así, porque no soy
rico, no tengo plata para botar la grabadora porque no funcionó; la voy a
llevar a arreglar.
Pero
aparece esta cosa que vivimos en mundos de cosas dispensables: Los pañales del
bebé son dispensables, las cajas en las cuales metemos las cosas son
dispensables. La grabadora es dispensable, total, si no funciona la
boto y compro otra; las máquinas fotográficas ahora también son
dispensables.
Y,
¿qué pasa con la persona? Por favor, se habla del fin de las
incertidumbres. Sin embargo el fin de las incertidumbres se habla desde un
punto de vista físico de la predictibilidad. Los seres vivos nos enfermamos
cuando la incertidumbre es continua.
Los
seres vivos vivimos solamente en tanto encontramos, o nos encontramos, en el
espacio racional en el cual se conserva nuestro vivir, y nos movemos
esencialmente en la confianza. En alguna ocasión anterior yo recuerdo
haber asistido a un colegio, porque tenía que hacer una conferencia, y
mientras esperaba el momento de esta leo en un muro un cartel que habla de los
Derechos del Niño.
Ahora
es interesante: uno, habla de los derechos cuando aquello a lo cual
uno hace referencia no es tal, o sea, decir los Derechos del niño es explicitar
todas las cosas que no hacemos, que no respetamos, que no consideramos en la
relación a los niños, si no, no tendríamos que hablar de los Derechos del niño.
Pero mientras yo leía esto, pensaba también que eran también los derechos de
las mariposas.
El derecho del niño a tener un espacio
acogedor donde puede realizar su vivir.
Bueno,
y que… ¿y cuál es el derecho de la mariposa para ser mariposa sino al
encontrarse al salir del capullo un espacio que la acoge?. Fíjense ustedes que
la mariposa cuando sale del capullo con una estructura, con una anatomía, con
una configuración fisiológica, sensorial que implica un mundo con flores;
implica un mundo con néctar, implica un mundo sin veneno en el néctar; está
hecha para encontrarse con flores que la alimenten.
¿Y
el bebé? ¿Qué pasa con el bebé cuando recién nace? ¿Nace indefenso? ¡No!
Nace en la confianza implícita que hay una mamá, un papá, un entorno que lo va
a acoger, y tiene todas las estructuras y características de su
dinámica fisiología, que implican ese mundo acogedor: nace en la confianza.
Al
bebé recién nacido ustedes lo ponen encima del vientre de la mamá, si no
hubo anestesia, si ha sido un parto, llamémoslo natural, a los diez minutos
empieza a trepar por el vientre de la mamá, dirigirse a un pecho y chupa y se
encuentra con la leche que es la absolutamente adecuada para su nutrición y
desarrollo y esa leche es mamá, son las células de mamá, se está comiendo a la
mamá. Todos nos hemos comido a la mamá… ojalá. O sea, ese bebé nace en la
confianza, igual que la mariposa.
Los
seres vivos vivimos en la confianza. Cuando se rompe la confianza aparece el
estrés, aparece la angustia, aparece la depresión, aparece la infelicidad.
La convivencia humana se funda en la
confianza
Esta
confianza es tan trivial en la vida cotidiana, voy al banco a depositar mi
dinero y lo deposito y estoy en la confianza de que cuando lo necesite voy a
pedirlo y me lo van a dar. Voy por la calle, tengo alguna dificultad (mi mamá
cuando yo era pequeño me decía –porque mi hermano y yo teníamos 7 y
8 años podíamos salir de la casa y teníamos dos cosas que considerar: una si
salíamos juntos, teníamos que volver juntos, y podíamos –vivíamos en Valparaíso
– recorrer donde quiera que fuere, pero si salíamos juntos teníamos que volver
juntos. Y si nos perdíamos teníamos que acercarnos a un carabinero y decirle
“Señor Carabinero, estoy perdido; soy hijo de la Visitadora Social del Hospital
en Barón ¿podría usted ayudarnos a llegar a mi casa?”)
Oiga,
pero ¿ese no es un acto maravilloso de confianza? ¡Por favor! Vivimos los seres
humanos, y los seres vivos en general, en la confianza de que el mundo está ahí
para que podamos vivir. Y a veces no pasa así.
¡Ah!
A veces un pájaro se come la mariposa, pero lo central es que la mariposa nace
con la confianza de que está ese mundo acogedor.
Lo
social se funda en la confianza y la confianza es parte del respeto, del
respeto por el otro y el respeto por sí mismo. Es parte de aceptarse
explicita e implícitamente miembro de una comunidad a la cual uno pertenece y
en la cual lo que uno hace, hace sentido.
Los
seres humanos no somos dispensables, aunque después de o durante esta clase una
alumna me dice que yo no estoy cumpliendo con mi papel de profesor, porque no
les estoy dando información sino que les estoy dando una ideología bajo la idea
de que los seres humanos no somos dispensables. Me dice: “Usted no conoce a los
jóvenes de ahora, nosotros vivimos en un espacio en que todos los seres humanos
son dispensables, si no funcionan, lo echan.
Existen
empresas que le proporcionan a usted secretarias, telefonistas y si resulta que
por alguna razón la secretaria o la telefonista no funciona llama a la
empresa, y le dice: “Mire esta secretaria o esta telefonista se quemó. ¿Puede
mandarme otra?” Y le mandan otra.
Nos da risa porque nos duele, por eso
nos da risa, no porque sea gracioso, es terrible.
Los
seres humanos somos mamíferos entre los seres vivos y pertenecemos a una
historia. Bueno…la historia de los seres vivos comienza hace unos cuatro mil
millones de años en la tierra. Pero la historia a la cual nosotros
pertenecemos, que corresponde a la historia de los mamíferos y de los
primates en la tierra y en especial de aquella que podemos señalar,
porque con los conocimientos que en estos momento tenemos de
genética, nos permite comparar, nos permite hacer referencia al momento en el
que el linaje humano y el linaje de los chimpancés se separan en la
historia y uno puede calcular a través de la comparación de la
constitución genética humana y del chimpancé el momento histórico en el que esa
separación se produce y eso ocurre hace uno 6 millones de años. Y uno se puede
preguntar ¿qué es lo peculiar en esta historia que nos da origen a nosotros?
Tenemos la misma edad histórica que los chimpancés, pero somos muy diferentes
de los chimpancés. Y este reconocer la diferencia no es una referencia
valórica… Somos muy diferentes. Claro… nosotros no podríamos vivir como los
chimpancés y ellos no pueden vivir como nosotros. Somos diferentes y
tenemos, sin embargo, tenemos la posibilidad de afirmar que hay un momento
histórico que tiene que haber ocurrido hace unos 6 millones de años en el que
el linaje que da origen a los chimpancés como lo que son ellos
actualmente y el que da origen a los humanos como lo que somos nosotros
actualmente, se separan.
La
pregunta que uno puede hacerse es ¿Qué tiene que haber pasado en esta historia
que nos da origen? Y yo quiero hacer referencia a dos o tres puntos históricos
que uno puede señalar y a dos o tres procesos que uno puede reconocer.
Uno de las características del linaje humano es un fenómeno que se llama
neotenia, significa la expansión, la expansión de lo nuevo. Ese es un
vocablo que se usa para hacer referencia a la expansión de la infancia.
Este
no es un fenómeno único, ha pasado muchas veces en la historia de los seres
vivos; los bambúes son pastos neoténicos, otros árboles son yerbas neoténicas,
porque se han conservado las características de la dinámica de la infancia y
crecen y crecen y crecen.
Bueno,
nosotros los seres humanos pertenecemos a una historia de neotenia, de
expansión de la infancia en la cual la vida adulta, propiamente tal, se
posterga. Se posterga de modo que los adultos de ahora somos niños
crecidos.
Claro,
a veces nos dicen que somos como niños grandes porque somos lúdicos, nos gusta
jugar, tenemos curiosidad. Todo eso es cierto, somos niños grandes.
En
esta historia neoténica, en esta sucesión de generaciones de lo cual se
conserva esta continua expansión de la infancia, la sexualidad aparece en la
mitad de la niñez. Pero lo que se expande especialmente tiene que
ver con el emocionar de la relación materno- infantil. Lo
central de la relación materno infantil mamífera es la aceptación de la
cercanía corporal, es el disfrute del contacto corporal con la mamá, con el
otro, Así que la neotenia es una expansión de esta libertad de mirada que
implica el juego en el cual uno está en algo porque está disfrutando el estar
ahí y en esta expansión de la aceptación de la legitimidad del contacto
corporal.
Cuando
nos saludamos, nos damos la mano, cuando nos abrazamos, lo pasamos bien, es
rico. Es rico abrazar a un amigo, es rico abrazar a una amiga; el contacto
corporal para nosotros trae bienestar e implica confianza. Donde se ha roto la
confianza de ese contacto corporal se requiere algún gesto especial, una
tarjeta de presentación, alguna cosa que diga: “¡por favor, no soy enemigo!”
Pero
eso es posterior estoy hablando de 6 millones de años atrás de este proceso a
lo largo de esos años. La otra cosa a la cual quiero hacer referencia es que
uno puede decir, mirando los restos fósiles, que el lenguaje tiene que haber
comenzado a ser un modo cotidiano de vivir hace unos 3 millones de años. Si uno
mira el cerebro humano, es el cerebro de un animal lenguaje ante y no
solamente el lenguaje como un fenómeno, el cual voy a mencionar a la carrera,
del fluir en la convivencia sino de hacerlo a través del habla.
El
lenguaje es un modo de fluir en las coordinaciones de haceres. Y
toda la historia de nuestro linaje tiene que ver con la neotenia y con el
crecimiento del cerebro y el crecimiento del cerebro tiene que ver con el
lenguaje y el lenguaje tiene que ver con la constitución de la familia.
Hay
un momento que tiene que haber ocurrido, tiene que haber ocurrido quiere decir
que no sé cuándo ocurrió. Tiene que haber ocurrido hará unos tres y medio
a cuatro millones de años atrás y que consiste, o que tiene que haber
consistido, en la expansión de la sexualidad de la hembra.
En
la mayoría de los primates, las hembras están interesadas en el placer de la
sexualidad intima, de manera periódica, anual. Los machos no, tienen un interés
por la sexualidad íntima continua. Pero las hembras humanas son como los machos
humanos. Yo lo he preguntado a muchas mujeres.
Me
acuerdo que una alumna, en fin conversando con ella le pregunté que si tenía
hijos “Sí” –me dijo- “tengo dos hijos” (ella tenía 34 años). Y ¿Cuántas
relaciones sexuales has tenido?... “¡Uhhhhh!”
Claro,
en nosotros, la sexualidad íntima no está asociada necesariamente con la
procreación. Está asociada con el bienestar, con el placer, con el disfrute de
la cercanía en la convivencia. Y esto tiene que haber ocurrido como una
expansión de este disfrute de la sexualidad haciéndose de periódica a anual
continua.
Hablamos
de tres y medio a cuatros millones de años atrás. Y ¿qué pasa ahí? Pasan dos
cosas fundamentales: una, la hembra se transforma en núcleo de estabilidad de
una pequeña comunidad que involucra un macho, no en un intercambio comercial,
no en ningún criterio de descripción económica; centrado en el placer de la
cercanía, en el disfrute de la corporalidad, en la convivencia intima.
Cuando hay problemas de pareja, cuando
hay problemas de familiares ¿Qué es lo qué lo que está mal?
Digo
que hay tres dimensiones que son centrales en la configuración de una pareja,
de una familia, que son; sensualidad, ternura, y sexualidad.
Sexualidad
sin ternura es una violación. Sexualidad sin sensualidad, es violencia. El otro
desaparece no lo veo, no tiene presencia ante mí. De modo que
estas tres dimensiones: sexualidad, sensualidad y ternura constituyen, por así
decirlo, las dimensiones de seguridad, de la estabilidad de una pareja, de una
familia, Y ¿Qué es lo que uno restituye en la terapia de una pareja o terapia
de familia? Estas tres dimensiones: sensualidad, sexualidad, y ternura. De modo
que lo que estoy diciendo es que en la expansión de la infancia, en la
neotenia, en esta relación materno-infantil de aceptación de la corporalidad,
el disfrute de la corporalidad trae para nosotros, en esta conducta de cuidado
y atención por el otro, la expresión de ternura.
Uno
ve a la gata con sus gatitos que se deja que se le suban encima, que se abre
para que mamen leche y uno dice “¡qué tierna la gatita!”
Lo
que tiene que haber pasado hace unos tres y medio de millones de años atrás con
la expansión de la sexualidad de la hembra y de la intimidad sexual, que se
configura este núcleo pequeño que es la familia y, ese núcleo pequeño que es la
familia se constituye en un espacio de convivencia en el placer de hacer cosas
juntos. Y es en este grupo pequeño donde se constituye la posibilidad del
origen del lenguaje. El lenguaje tiene que ver con las coordinaciones de
haceres, no tiene que ver con los símbolos; es el hacer cosas juntos; es el
coordinar de los haceres y la coordinación de la coordinación de haceres. Y la
historia humana propiamente tal comienza allí como una historia de conservación
de un convivir en el lenguajear conservado en el aprendizaje de los niños.
El
cerebro en esta historia crece asociado con la vida familiar, en la ternura, en
la colaboración, en el placer de la convivencia crece tres veces. Este famoso
cerebro nuestro que nos permite hacer todas las cosas maravillosas que hacemos
con la tecnología, con la filosofía, con las matemáticas, no surge en relación
a la filosofía, a las matemáticas o a la tecnología; surge en la convivencia,
en el hacer cosas juntos, en la colaboración, en la familia. Este es nuestro
fundamento, es en esta historia que ahora los seres humanos actuales cada uno
de nosotros lo que busca en la vida ¿qué es?, es ese espacio de convivencia y
cuando no lo tiene, ¿qué hay? ¿Hay destrucción de la identidad hay angustia,
hay dolor, hay desintegración. Se es humano no solamente porque uno tenga una
cierta constitución genética. No basta. Los genes no determinan lo que pasa; lo
que pasa surge en la historia. Se es humano viviendo en un espacio humano y se
será humano de una clase u otra según el espacio en que se viva.
Y
esto es válido para los mamíferos que viven en comunidad, en todos ellos. Lo
que pasa, por ejemplo, ahora con los elefantes en África del Sur, elefantes que
han sobrevivido después de la muerte de los adultos. Los adultos han sido
cazados para obtener los colmillos, por el marfil. Y ahí quedan estos elefantes
juveniles que crecen sin adultos, y que son bandidos, destructores, no tienen
ninguna dimensión de coherencia en la conducta que haga sentido en el espacio
que nos hace posible, cosa que no pasan con los elefantes que crecen con
adultos, con mamá, con papá.
Y
¿qué pasa con los jóvenes nuestros cuando no tienen adultos que los acojan, a
quienes respetar, que constituyan su familia ¿ en qué se convierten? En
bandidos de una clase u otra.
Lo
central del vivir humano está en que somos esta clase de animales que somos:
primates, bípedos. El bipedismo liberó nuestra mano y nos ha permitido hacer todas
las cosas que hacemos, sin embargo pertenecemos a un linaje cuyo devenir
histórico ha estado centrado en la colaboración, en la coparticipación, en el
lenguaje, en el amor.
El
amor es una cosa muy simple; claro, nosotros podemos escribir novelas sobre el
amor, pero el amor “ocurre”. Fíjese usted el momento en el momento que uno dice
que alguien ha sido amoroso. Imaginemos esta trivial situación: ustedes van por
la calle, por la vereda. En la vereda hay alguna dificultad y del otro lado
viene una persona mayor; yo voy por aquí por la calle y yo me detengo de modo
que esta otra persona pueda pasar; pasa ¿y qué dice cuando se cruza conmigo?
“gracias señor”. Después llega a su casa y le dice a su hija “Fíjate que ahí
donde está difícil, un joven tan agradable, un señor tan amoroso me dejó
pasar”.
Se usa la expresión “amoroso” ¿Y qué
hizo allí esta persona? Verla ¿Dónde? En la calle.
Si
ustedes van por el cerro, por el campo y ven una araña y alguien que va con
usted dice “cuidado no la pise, es una araña, es venenosa, pero en fin, este es
su mundo”, la persona le dice a uno “tú amas a las arañas”. ¿Y qué es lo que
está haciendo esta persona? No se lleva a la cama a la araña simplemente la
deja ser en su dominio de legitimidad de existencia. Ve a la araña como ara-ña.
El amor, yo digo, es una definición.
Lo
que voy a decir es una abstracción del vivir cotidiano: “Amor, es el dominio
de las conductas relacionales a través de las cuales, la otra, el otro, uno
mismo surge como legítimo otro en convivencia con uno”.
En
el momento que digo “cuidado, no la pisemos es una araña venenosa, pero
dejémosla, éste es su mundo”, la araña surge a través de mi conducta en su
legitimidad. La otra persona dice “tú amas a las arañas”. El amor tiene que
ver con el ver y esto es un fenómeno biológico: tiene que ver con nuestra
biología con esta historia de la expansión de la infancia. Los mamíferos, las
aves, los reptiles dependiendo de cómo vivan, son animales en los cuales uno
puede ver que hay momentos en que se expande su visión.
Si
usted tiene – no sé si aquí se tiene todavía pollos en la casa- pero, en fin,
cuando yo era chico uno tenía pollos, gallinas en la casa. Ahora, qué pasa si
tenemos una gallina que tiene pollitos y hay una pileta y uno de los pollitos
se acerca a la pileta, ¿qué hace la gallina? ¡Llama! Dice ¡co,co,co!, hace un
cierto escándalo.
Bueno,
y la gallina que no tiene pollitos ¿qué hace? No hace nada. O sea la gallina
que tiene pollitos ve más que la gallina que no tiene pollitos. No tiene que
ver con el ojo fisiológico si no con el ojo relacional. La gata con gatitos ve
más que una gata sin gatitos, se le expande la mirada y uno dice “la gata es
amorosa” “qué amorosa la gallina que ve el riego que su polito puede tener”, o
sea, la gallina con pollitos es amorosa, ¿una gallina sin pollitos no es
amorosa? Es decir hacemos referencia a otra cosa curiosa: el ver al otro como
un fenómeno de expansión de la mirada es lo que llamamos amor, conducta
amorosa.
Cuando
el niño le dice a la mamá: “Mamá, fíjate que el profesor no me quiere”. La mamá
le pregunta “¿pero por qué dices eso? ¡Si los profesores quieren a los niños!” “Es
que nunca ve cuando levanto la mano para hacer una pregunta”.
Si no me ven, no hay amor; si me ven
hay amor.
Señores
y señoras, la conducta ética tiene que ver con el ver al otro en su legitimidad
y conducirse de manera congruente. Las reflexiones éticas, la conducta ética
nunca va más allá del espacio de visión del que la tiene o del que la podría
tener.
Y
con esto voy a terminar, o sea, no exactamente con la anécdota que voy a
contar, pero en fin me estoy acercando al fin.
Yo
estaba en Nápoles, hacia 1962 me parece que era, el comienzo de la
participación norteamericana en la guerra de Vietnam y había- y debe existir todavía
un periódico que se llamaba The European Times, el Times Europeo. Un día
aparece el siguiente titular en la primera página: “Cincuenta americanos
muertos, doscientos comunistas exterminados”. ¿Qué leo allí? Que los únicos que
eran seres humanos que morían eran los norteamericanos, en este caso, los
miembros del grupo.
En
otra ocasión yo estaba en Londres, en 1954, estaba estudiando allá y visitamos
con algunos amigos chilenos una exhibición de un artista japonés sobre la
tragedia de Hiroshima: los cuerpos dañados, la destrucción. Todo estaba allí y
al salir uno de mis amigos dice: “y qué me importa a mí que hayan muerto cien
mil japoneses en Hiroshima si yo no conocía ninguno”. Nos parece terrible, pero
que… ¡por favor! ¡Qué verdadero! ¿No?
¿Cómo me va importar lo que le pase al
otro si no lo veo?, ¿si no tiene presencia para mí?
Yo
le di las gracias porque me iluminó, claro… La ética tiene que ver con ver
al otro y el ver al otro tiene que ver con el amor. La única emoción que amplía
la visión y permite ver al otro en su integridad, es el amor.
La
envidia, la ambición, el competir, la vergüenza restringen la mirada, acortan
unos ciertos espacios y bueno el amor tiene que ver con qué, con nuestra
biología; por eso es tan básico, por eso es que el niño pequeño es capaz de
interesarse en todos los animalitos, en todas las personas, en los otros niños
y seguirá así expandiendo su mirada a menos que otros le digamos: “No mijito,
ese niñito no, es del Mapocho”.
Bueno,
en Santiago, antes, cuando yo era chico, estaban los niñitos que vivían en el
río Mapocho, y que el Padre Hurtado los recogía y salvaba. Y aún hoy existen
niños que viven allí. Son niños que los estigmatiza esta cultura, como “niños
del Mapocho”, “el niño negro”, “el niño pobre”, etc. Entonces el niño que se
transforma en la convivencia con adultos que los rechazan aprende a rechazar,
aprende a no tener conducta ética, porque aprende a no ver, le enseñamos a no
ver donde normalmente él vería.
El
fundamento de la ética es el amor y este fundamento es biológico, pero la
conducta ética en tanto es una conducta que implica ver al otro no aparece si
uno no ve al otro.
En esto es indispensable, porque solamente desde que podemos ver al otro es que
el otro no es dispensable.
Solamente
desde que nos hacemos conscientes, de aquello de lo cual hablamos. Se suele
hablar en esta cultura de que hay muchas éticas distintas. No, no hay muchas
éticas, hay muchas morales distintas, sin embargo ética hay una sola y consiste
en que a uno le importe lo que le pase a otro con las cosas que uno hace y que
puede ser otro ser vivo, puede ser una persona. Uno se hace cargo de su hacer
porque uno ve al otro en su legitimidad. Y eso, señoras y señores, tiene que
ver con nuestra biología. ¿Qué más se puede decir por ahora? Nada. Muchas
Gracias.
Lectura
N° 5: PRINCIPIOS, VALORES Y VIRTUDES
INTRODUCCIÓN
Para comprender en toda su
dimensión lo que son los valores es importante abordar los principios, los
valores y las virtudes. Asimismo, como docentes debemos manejar ¿Para qué
sirven los valores? ¿Cómo se enseñan y se aprenden los valores? Todos estos
aspectos los hemos tomado del libro de Jorge Yarce, “Valor para vivir los
valores”, considerando su abordaje sencillo, práctico y ameno sobre estos temas
de interés para todos.
EL
DINAMISMO DE LOS PRINCIPIOS, LOS VALORES Y LAS VIRTUDES
Los principios constituyen un
tema que toca al común de los seres humanos, y queremos dar una explicación
clara, comprensible y asequible a un público amplio. Es un tema que además, hemos
trabajado en diversos foros y que, gracias a esto, se ha enriquecido y
madurado.
Cuando decimos que alguien es una
persona de “principios”, estamos resaltando el hecho que tiene un carácter
definido y unas convicciones firmes. Lo estamos elogiando. Esta persona,
seguramente, procura inculcar esas convicciones en su familia y está atenta
especialmente a que sus hijos se formen con una sólida convicción ética.
Con los centros educativos sucede
algo semejante; cuando uno de ellos asegura que presta particular atención a
los principios y a los valores morales, sabemos que en la formación de sus
alumnos tiene como punto de referencia conceptos o verdades fundamentales de la
vida que inspiran, de cierta manera, la conducta personal.
PERO,
¿QUÉ ES UN PRINCIPIO?
El término “principio” tiene
varias acepciones. Una de ellas lo define como la “norma o idea fundamental que
rige el pensamiento o la conducta”. Otra lo define como la “base, origen, razón
fundamental sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia”, o
“cada uno de las primera proposiciones o verdades fundamentales por donde se
empiezan a estudiar las ciencias o las artes”. Estas dos últimas se refieren a
los principios lógicos o principios epistemológicos (relativos al conocimiento)
y se las considera evidentes e implícitas en todo razonamiento. Entre los
principios podemos destacar, a manera de ejemplo, los siguientes: El principio
de contradicción (“Nada puede ser o no ser al mismo tiempo”) y el principio de
razón suficiente (“Todo ente tiene su razón de ser”, “El hombre es un ser
racional” o “El todo es mayor que las partes”).
Pero hay uno que aquí denominamos
el primer principio de la razón práctica: “Las personas tienden a hacer el bien y
evitar el mal”. Este principio también recibe el nombre de
sindéresis palabra de origen griego significa “chispa de la conciencia” y que
definimos ahora como el discernimiento o la capacidad natural para juzgar
rectamente lo que está bien o lo que está mal.
Y aquí, cuando hablamos de los
principios, nos referimos a los principios éticos. De manera semejante a como
la naturaleza está determinada y ordenada por leyes universales, el
comportamiento humano se rige por algunos principios fundamentales. ¿Qué
caracteriza a estos principios éticos? Podemos destacar los siguientes
aspectos:




Pero enunciemos un principio que
nos permita ver con claridad estas características: “la dignidad humana”. Es
objetivo, es decir, no depende de mí, ni puedo someterlo a discusión: sólo
puedo acatarlo. Es universal y es inmutable, porque es válido, de la misma
manera, en todas las culturas, indistintamente de su situación en el tiempo o
en el espacio. Es inherente al ser humano, porque si lo quebranto, me quebranto
a mi mismo, es decir, si alguien actúa desconociendo lo que ordena este
principio, va en contra de mi mismo. En fin, si una persona o comunidad decide
desconocer lo que ordena el principio y alejarse de él, sufre un proceso
inevitable de deterioro y destrucción.
UNA
HISTORIA ANTIGUA
En el sentir popular y en el
lenguaje común se reflejan las características que hemos atribuido a los
principios: objetividad, universalidad, validez absoluta inmutabilidad.
“Cambiar de principios” es entendido como dejar de ser coherente. Por otra
parte, existe la convicción bastante arraigada de que los “principios no se
negocian”, porque son las pautas fundamentales del comportamiento que me vienen
dadas, en último término por mi condición de persona. No son resultado de una
moda pasajera. Los principios están desde siempre en la preocupación de la
humanidad por encontrar las raíces de las de la conducta y han sido formulados
y vividos de muchas maneras y reflejados en las leyes y las costumbres de los
pueblos.
Si hay principios absolutos
quiere decir que no todo es relativo, ni todo da lo mismo (decir la verdad o
mentir, respetar la vida o atentar contra ella, cumplir los compromisos o
faltar a ellos, etc.), porque hay leyes naturales que la razón práctica humana
descubre en ella misma, que son puntos de referencia obligada, y esto significa
que hay que aceptarlas, porque de lo contrario el mundo se convertiría en un
auténtico caos.
De esta manera, podemos
introducir la distinción principal entre un principio y un valor: se puede
cuestionar o relativizar un valor, pero no un principio. Los principios no
dependen de nuestras interpretaciones ni de nuestras percepciones, puesto que
son inherentes a nuestro ser.
También hay que tener en cuenta
la manera en que yo vivo el principio, distinta a la idea que tengo de él, pues
éste se vive espontáneamente e instintivamente. Así como cuando vemos que un
ladrillo viene desde arriba hacia nuestra cabeza, no necesitamos saber (y mucho
menos formular) la ley de la gravedad para comprobar que caerá encima de
nosotros si no nos desplazamos. No pensamos en nada, sino que nuestro instinto
de supervivencia nos mueve inmediatamente.
Sobre estos principios se
fundamenta el desarrollo de la persona, la convivencia y la armonía social. Su
validez no depende de otras ciencias o de que una mayoría decida que están
vigentes. Los distintos grupos sociales, el Estado y, sobre, todo, cada persona
no tienen más que hacer que reconocer los principios, descubrirlos, no
inventarlos (no es necesario), porque son inherentes a la condición humana, de
manera parecida a como el instinto de supervivencia es propio de cada ser.
Algunas veces las leyes pueden
estar en contra de lo que indican los principios, a pesar de que éstas buscan,
ante todo, la protección o realización de ciertos principios que faciliten la
convivencia armónica; por ejemplo, en algunos países la ley dice que “El que
contamina paga”, lo cual está en contra del principio que nos indica que
debemos respetar la naturaleza. Aunque el hombre actúe de conformidad con esa
ley, de todas maneras está yendo en contra del principio que pide proteger la
naturaleza, es decir, se está haciendo daño a sí mismo o a otros, a largo
plazo. O cuando en algunos países se admite la eutanasia voluntaria, dejando
que prime la decisión personal de quitarse la vida.
Es normal que a la hora de
concretar estos principios y de expresarlos haya diversidad de posturas. Pero, a pesar de todo, hay ciertos aspectos
inmodificables que perduran aún dentro de las diferencias de
interpretación. Por ejemplo, en
cualquier contexto se sabe que el derecho a la libertad, es indispensable
para el desarrollo de la vida humana, y
ponerlo en duda supondría el derrumbe del orden ético y jurídico.
Y EN DEFINITIVA, ¿CUÁLES SON
LOS PRINCIPIOS PRIMORDIALES?
A pesar de que hay una
significativa coincidencia de algunos principios en la historia de muchas
culturas (con distintas ideologías, y religiones y de distintas razas), no se
puede elaborar una lista única. Pero podemos citar algunos (introduciéndoles
algunas variaciones) tomados del libro Dilemas
éticos de la empresa, de Carlos Llano:
- La persona tiende por naturaleza a hacer el bien y evitar el mal.
- El ser humano está dotado de una dignidad esencial.
- La vida humana debe ser respetada como un bien inalienable.
- El fin no justifica los medios.
- La persona tiene derecho a su pleno desarrollo.
- La libertad es esencial para el desarrollo de la persona.
- El bien común es superior al bien particular.
- La persona tiene derecho a participar en los destinos de la sociedad.
- La familia es un ámbito indispensable para el crecimiento de la persona.
- El ser humano es capaz de comprometerse y cumplir lo prometido.
- El trabajo es un derecho básico para la subsistencia personal.
- La naturaleza es un ámbito esencial para la vida y como tal debe ser respetada.
- La persona tiene derecho a vivir en paz.
Los diez mandamientos contienen
principios naturales de orden ético. También pueden considerarse en esa misma
línea los derechos humanos, definidos y aceptados en conocidas declaraciones
universales (algunos de los mencionados en la enumeración anterior y otros como
el derecho a la vida, el buen nombre, a la libertad, al trabajo, a la
movilización personal, a un juicio justo, etc.).
NO SE CONFUNDA, LOS PRINCIPIOS
SON DISTINTOS A LOS VALORES
Los principios no se pueden
confundir con los valores. Los principios son universales y no se discuten sus
implicaciones; en cambio, los valores sí se pueden prestar a mayor discusión.
Por ejemplo, la dignidad esencial del ser humano es distinta a los valores que
se pueden deducir de ella: el respeto a las ideas, la tolerancia, etc. De hecho
cuando nos preguntamos si un valor es interpretado de una manera correcta,
debemos invocar el principio del cual depende el valor (que es subjetivo porque
requiere de una adhesión espiritual y libre por parte de la persona).
Pongamos otro ejemplo: El
principio es “Los pactos deben ser cumplidos”. Una persona es la que cumple con
aquello con lo que se comprometió. La lealtad es un valor y como tal es
subjetivo, pero no puede serlo hasta el punto
de alejarse del principio del cual se desprende. Sería el caso de
alguien, supuestamente leal, que sostuviera que podría ser leal sin cumplir los
compromisos, en cuyo caso estaría yendo contra el principio que inspira el
valor de la lealtad.
Incluso se podría afirmar lo
mismo de valores que no representan un compromiso espiritual tan fuerte como
los éticos. En estos valores (los naturales, económicos, sociales, culturales,
estéticos), la noción misma del valor posee, por decirlo así, una “intensidad”
diferente a la de los valores éticos. Podemos decir que éstos son
“transcendentales” porque están inspirados en principios que trascienden a la
persona concreta y afectan a todos.
Es importante también tener clara
la relación que existe entre los valores y las virtudes, que son las que
representan el ejercicio de las capacidades personales de hacer el bien a
través de hábitos estables dirigidos a formas específicas de dicho bien.
La
virtud es siempre personal, lo que no ocurre con el valor, que
puede permanecer en un plano impersonal, no incorporado a la vida o incorporado
sólo a través de acciones aisladas, no vividas como hábitos. Pero de este
análisis nos ocuparemos detalladamente más adelante.
UNA GRAN DIVERSIDAD DE VALORES
Tenemos dos perspectivas
distintas del valor. En un primer momento, podemos referirnos a él como un
concepto (“civismo”, “generosidad”, por ejemplo) y, en tanto que concepto como
algo deseable, un ideal. Pero en un segundo momento podemos verlo concretado a
partir de la intimidad de la persona, es decir, algo que se realiza y da lugar
a la estimación por parte de los demás, no algo que se queda simplemente en el
concepto.
De las muchas definiciones que se
han dado sobre el valor, la de Octavio Derisi nos gusta porque destaca tanto el
concepto de valor como su realización práctica:
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La gran diversidad de los valores
se expresa en hechos tangibles, en los que se ponen en juego distintas
valoraciones por ejemplo, en la decisión de comprar un automóvil, podemos
identificar tres tipos de valores. Para empezar, el automóvil tiene el valor de
brindarme la posibilidad de transportarme largas distancias. Tiene también el
valor estético: puede ser agradable a la vista. Y también tiene el valor de la
seguridad y el de la ecología: el auto, según el diseño y los materiales puede
proteger mejor la vida de las personas y por otro lado, afectar menos el medio
ambiente.
Podemos decir también que los
valores son “cualidades” cuya realidad está entre el objeto y el sujeto que son
relaciones o “estructuras relativas”. Por ejemplo, una buena pintura depende de
mi sola apreciación, porque para mí cualquier cosa podría ser arte, pero
tampoco consiste en la sola técnica, en los colores, en la tela o en la madera
que le sirve de base.
Cuando decimos que algo es un
valor, es necesario considerar tanto el objeto o hecho así como a la persona
que lo está valorando, pues ésta modela según sus ideas el objeto que observa o
el hecho que vive. Y dentro de una posible escala de valores, unos valores
dependen más de los hechos en sí que del sujeto participante de ellos. Son
muchos los factores que inciden en la valoración de algo en un momento
determinado.
Por ejemplo, cuando tomo una
cerveza el placer que me proporciona depende de la sensibilidad de mi paladar,
de mi estado de ánimo, de la compañía, además de las propiedades que son
independientes de mí, como las propiedades químicas de la cerveza. De igual
modo, pero con una complejidad mayor, sucede con las situaciones que son
juzgadas según los valores éticos. Pero
en estos casos, la valoración depende menos de lo que cada sujeto piense, hay
menos espacio para la especulación: el respeto que no lo puedo reducir a lo que
yo crea que es el respeto, y mucho menos dejarme influenciar por lo que mi
ánimo o mi capricho me dicte. Debo pensar entonces en el principio que sustenta
el valor, en este caso la dignidad humana.
Los valores en la escala más alta
en la persona –los valores éticos- son subjetivos en cuanto su convivencia
depende de la libertad, de la conciencia, pero no son fruto de una invención
mía: se derivan directamente de principios fundamentales, independientes de mí
(y de cualquier persona) y, en ese sentido, dependen y están regidos por algo
objetivo.
Se pueden enumerar infinidad de
ejemplos para ilustrar como cambian los valores según el valor al que nos
refiramos y las circunstancias en que éste se manifieste. Es decir se puede
constatar de diversas maneras que un valor (por ser una cualidad estructural)
es complejo, dinámico y cambiante según la situación. Como es una cualidad
estructural, estas valoraciones dependen tanto del objeto como del sujeto
(Frondozi). No es lo mismo vivir un valor en la pobreza y sin posibilidades de
educación que con salud y cultura, no es lo mismo en el estado de zozobra de la
guerra que en la paz. Por otro lado, un edificio puede ser bonito visto desde
fuera, pero no ser funcional; un sombrero elegante deja de serlo cuando el
resto del vestido no lo es. Con respecto a un objeto, se puede tener en cuenta
su cualidad, pero también la honestidad de quien lo produce.
LOS VALORES ÉTICOS SON LOS
PRIMORDIALES
Una aclaración preliminar.
¿Hablamos de valores éticos o de valores morales? La moral suele entenderse de
un modo más general que la ética, que es considerada como una reflexión
filosófica sobre la conducta humana.
También a veces a la moral se le suele entender en su sentido religioso. Aquí
tomamos los dos términos como sinónimos valores éticos o morales.
Como hemos señalado los valores
principales son los valores éticos. Son los que se deben encontrar más arriba
en nuestra escala de valores. ¿Y en qué se distinguen del resto de valores?
Según Adela Cortina, los valores que no comprometen nuestro modo de actuar
son los que no se adaptan a la proposición “Todo el mundo debería ser X”. Si
reemplazamos X por “simpático”, “bello” o “sano”, nos damos cuenta de que eso
no vale para todos. No obstante, si la palabra es “útil”, “justo” o “leal”, la
respuesta nos señala un valor que deberían vivir todas las personas, es decir
un valor ético.
Además de esto, según Adela
Cortina, los valores éticos se
caracterizan por:

Entonces, repetimos, los valores
más precisados son los que nos ayudan a que actuemos mejor, los que consolidan
nuestra moral, los que nos ayudan a estructurar el carácter y el modo de vivir
de las personas y las comunidades. Conocerlos, interiorizarlos, incorporarlos a
nuestra vida no es una tarea fácil, pero esto hace más atractiva la aventura de
entenderlos. En el momento en que muchas personas comparten la vivencia de
estos valores, éstos adquieren una dimensión social.
El
hábito de los valores éticos reafirma la felicidad.
Como anota Guadalupe Abbá, la posesión
del valor ético, como la del material, produce un gozo en la persona, realiza
en ella una especie de deber-hacer pero también un deber-ser como algo ideal.
LA VIRTUD Y EL ARRAIGO DE LOS
VALORES
Es
necesario encontrar estrategias que nos permitan dar a los valores un lugar
estable en nuestra cotidianidad. Y es la virtud la que realiza esta labor.
Aunque los valores y las virtudes se tomen a veces como sinónimos, queremos definir a la virtud
como el hábito y la disposición de obrar el bien; es el valor interiorizado,
arraigado en la conducta de la persona, encarnado operativamente y establemente
vivido. El valor en este caso deja de ser la acción buena aislada,
para convertirse en vida vivida, en carácter de la persona, en una dimensión
existencial de su actuar. Gracias a la virtud el valor (sea el que sea), no es
el ideal que se alcanza esporádicamente, sino una constante convivencia.
Como muchas cosas para hacer la
virtud algo nuestro, es necesario primero tender expresamente a realizar buenas
acciones. A partir de esto, la conducta virtuosa, se adquiere a través de la
práctica, de la formación de hábitos, por la constante intervención de la
voluntad (la virtud dice Tomás de Aquino- más que la repetición de los actos que
forman el hábito, consiste en la permanente y constante intención de hacer el
bien).
Las acciones de una persona
hablan por ella. Una persona no puede realizar acciones responsables sin que
pueda decirse que es responsable (que tenga o viva la virtud de la
responsabilidad). Esto viene después cuando una persona, de manera estable y
consciente, obra responsablemente en diversas circunstancias, es decir, cuando
se encuentra disponible de un modo permanente para realizar el valor.
Por eso hemos dicho que la
virtud es la encarnación operativa estable (habitual) del valor). Éste
es como una llamada al bien que termina por convencer a la persona que se anime
a ejecutar acciones conforme a ese valor. Pero la llamada no se queda ahí: la
intención lleva a querer que permanezca, que se convierta en un modo estable de
actuar (virtud). Llega el momento en el que en lugar de decir “fulano hace cosas
responsablemente”, decimos que “es responsable”, “es buen amigo”, etc. Estamos
indicando que posee la virtud no sólo el valor. La virtud no sólo mantiene una
intención y logra la repetición de actos convertida en hábito: busca la
perfección, la excelencia representada por el valor. E implica un
proceso psicológico en el que se da la incorporación vital del valor.
En la virtud hay un compromiso
real de la persona en realizar un valor como parte del bien integral de su
conducta global. Hay acciones diversas, que corresponden a distintos valores
que la virtud estructura psicológicamente y los pone en el centro de la
conducta, para lo cual ella necesita de la intención permanente.
Según Giuseppe Abbá, podemos
decir que en la virtud se conjugan dos líneas de fuerza:
Intención deliberación elección decisión acción
razón voluntad efectividad
La
virtud otorga constancia, coherencia y versatilidad al ejercicio de cada valor;
no se reduce a la costumbre, porque ésta depende de las circunstancias; la
virtud opera independientemente de éstas. Tener o seguir unas mismas costumbres
no significa ser virtuoso. La virtud representa el ideal de la
excelencia, de la perfección; la virtud añade al valor algo decisivo: el
hábito, la incorporación estable a la conducta, la cual se aprende y no se
reduce a hacer correctamente las cosas, sino a hacerlas de modo excelente.
En ningún momento el hábito
propio de la virtud disminuye la libertad humana, incluso cuando afirmamos que
llega un momento en que la virtud se vive inconscientemente: el sujeto tiene su
libertad, que está siempre disponible y que, además, está en la base de la
preparación y de su idoneidad para obrar.
La virtud es determinación
estable, precisamente porque da libertad, elige y se compromete sin abandonar
la tarea, persiste en ella una y otra vez, hasta lograr actuar bien de un modo
inconsciente.
PARA TODOS LOS GUSTOS
Hay virtudes intelectuales como
la ciencia y la sabiduría, otras pertenecen a la razón práctica como la
prudencia y otras se denominan virtudes morales, que tiene que ver con la
elección de lo que aconseja la prudencia para integrarlo a la conducta, como la
justicia, la fortaleza y la templanza. Después puede hablarse de virtudes
humanas en general, que mantienen una relación con las virtudes citadas: la
excelencia, la alegría, la responsabilidad, el optimismo, la humildad, el
respeto, la autenticidad, etc.
El resumen de todas las virtudes
es el AMOR, como síntesis del esfuerzo de la persona por alcanzar, por
diferentes caminos el bien. El orden del Amor es fundamental en la creación de
los hábitos. Sin amor no hay crecimiento en la virtud. Es el amor lo que
permite a la persona realizarse plenamente.
El trabajo también es otra fuente
de estabilidad para los valores en cualquier ámbito, porque ya no dependen sólo
de un impulso momentáneo o de una motivación pasajera: se trata de una tarea
que compromete a la persona en su interior, que la lleva a configurar su
conducta con unas metas de excelencia y a actuar establemente consciente de su
obrar.
GUÍA DIDÁCTICA PARA EL TRABAJO EN
GRUPOS
Introducción
El Tema Teoría y Práctica de Valores
está concebido para estudiarlo en grupos, con el interés de que todas y todos,
juntos, reflexionemos sobre nuestra experiencia como miembros de una familia o
como docentes. Se espera que las reflexiones individuales sean compartidas en
cada grupo y, así, enriquecidas con los aportes de sus integrantes, pues entre
todas y todos sintetizaremos las conclusiones más importantes alrededor de los
diversos enfoques de los materiales que analizaremos.
Objetivo General
Con el estudio de este tema, las y los
participantes podrán iniciar un proceso de reflexión personal sobre su experiencia
como miembros de una familia y como docentes, en torno a sus concepciones sobre
la teoría y práctica de los valores.
Objetivos
Específicos
1.
Ampliar los conocimientos sobre distintas
aproximaciones o enfoques al tema de valores y organizarlos de forma adecuada
para su aplicación práctica en la labor educativa.
2.
A partir de los principios universales que
regulan el comportamiento humano, identificar los valores morales y los valores
éticos que deben guiar el desempeño docente.
3.
Tomar conciencia de que la moral (colectiva)
es la base fundamental de la ética (individual).
4.
Apropiarse de la importancia de los valores
para el desarrollo de la persona, la familia y la comunidad.
Ejercicio
N° 1 (10 minutos).
Anote en su cuaderno:
a.
Los cinco valores más importantes que
aprendió en su familia.
b.
Los cinco valores más importantes que, como
madre o padre, inculca en sus hijos e hijas.
c.
Los cinco valores más importantes que usted,
como docente, inculca en sus estudiantes.
d.
¿Encuentra usted alguna diferencia entre los
valores de la escuela y los de la casa? Explique.
e.
En lo cotidiano, al relacionarse con sus
amistades y colegas, ¿qué valores promueve?
Ejercicio
N° 2 (20 minutos).
La lectura 1 plantea un problema ético
sobre el que, aparentemente, no lograremos consenso. No obstante, nos ubica en
el contexto de los valores que rigen el comportamiento de cada persona. Por
favor, lea el texto de manera individual y reflexione sobre cuál sería su
decisión ante la situación planteada. ¿En cuáles valores apoya usted su decisión?
Comparta criterios con sus compañeros.
Ejercicio
N° 3 (30 minutos).
Ahora nos organizaremos en varios
grupos, cada uno de los cuales leerá un texto distinto, a partir de la Lectura
2. Cada grupo, deberá elegir a un moderador para que organice la participación
de cada quien, y un relator para que anote los aportes y las conclusiones del
grupo. Luego, cada grupo escogerá a la persona que expondrá la síntesis del
texto leído y las conclusiones del grupo, ante todas y todos.
Ejercicio
N° 4 (60 minutos).
Realización de un panel foro sobre
Teoría y Práctica de Valores. Los expositores se sentarán en una misma mesa
ante el grupo y cada uno expondrá la
síntesis del texto leído y las conclusiones del grupo. Al finalizar, puede
haber un intercambio de preguntas y respuestas, moderado por las y los
facilitadores, quienes promoverán el consenso alrededor de las conclusiones del
grupo.
Ejercicio
N° 5 (20 minutos).
A la luz de los conocimientos
compartidos en la sesión de reflexión y
discusión para llegar a conclusiones acerca de la temática, revisar las
anotaciones hechas en el ejercicio N° 1. ¿Todo queda igual o hay que modificar
algo? ¿Cuál es su aprendizaje principal sobre el tema abordado? En una página,
escriba su resumen personal; luego, comparta en el plenario de manera
voluntaria. La página con el resumen personal deberá entregarlo a su
facilitador(a).
Evaluación:
·
Trabajo en equipo
·
Discusión plenaria
Se utilizarán los criterios para el
proceso de evaluación de los aprendizajes.
Elabore la
Planificación de la réplica del Diplomado “Mejoramiento de la Calidad Educativa
en Nicaragua”, a las y los docentes participantes en el nivel II. Formato
sugerido.
[1] Cfr. LEZAMA J. R. (2007). Fundamentos Filosóficos de la Educación en Valores.
Publicaciones UCAB, Caracas, Venezuela.
Págs. 13-17.
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