Los olvidados de San Jacinto

Amparo Aguilera I.
Especial para LA PRENSA
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1856. La Compañía de Indios Flecheros de Matagalpa se las ingenian para reforzar, a punta de flecha, al batallón nicaragüense ya ubicado en la Hacienda San Jacinto, al mando del capitán Francisco Sacasa.

Mientras en plena trinchera el capitán Francisco Avilés (conocido como “Chico del Palo”) aguarda a los filibusteros. Con ellos está el soldado Andrés Zamora. Listos con su “Viva Martínez”, el grito de guerra...

En realidad la batalla de San Jacinto no se reduce a Andrés Castro y a José Dolores Estrada, sino que se extiende a varios generales. Algunos con fama de “apaleadores” y otros tantos célebres por su obcecado poder.

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Uno de éstos es Avilés, quien a diferencia de Andrés Castro, después de la batalla continuó con su vida militar, pese a estar renco, hasta lograr su grado de “general”.

Roberto Sánchez, historiador nicaragüense, cuenta que Avilés fue senador de la república, jefe del Cuartel de la capital y hasta fue honrado con poner el primer clavo de los rieles del ferrocarril de Managua a Granada, que se iba a comenzar a construir, en el gobierno de Adán Cárdenas.

Pero ganó más fama cuando fue Prefecto de la ciudad capital, ya que en ese entonces él prefería castigar las malas acciones de los ciudadanos con palos que con la cárcel.

“Al punto que cuando alguien cometía una falta, le ordenaba a un servidor que siempre lo acompañaba, darle diez palos. De allí viene su alias Chico del Palo“, detalla el historiador.

Otro, no menos heroico, es Zamora. Al igual que el primero fue general. Aunque dividió su vida entre lo militar y la agricultura. Según dice Sánchez, Zamora inclusive reforzó los comandos en El Salvador.

“Él murió un 29 de agosto de 1887. Es decir, el mismo mes y el mismo año que Avilés, con dos días de diferencia. Además, ambos hoy están sepultados en el cementerio San Pedro ¡uno frente al otro!”, apunta.

LOS XATRUCHES

Miguel Vélez Morazán y Vicente Vigil también entran en la lista. El primero, de origen hondureño, se enrumbó hasta tierra nicaragüense en su afán de luchar contra los invasores, y hasta se desposó con una nica.

El segundo, en tanto, fue sargento primero durante la batalla. Ambos murieron ancianos y fueron sepultados en el Cementerio San Pedro. Sin embargo, se desconoce la ubicación de sus tumbas, debido al saqueo de 80 años atrás del que fue víctima el panteón por borrachos y ladrones.

Los generales Florencio Xatruch y Tomás Martínez son los dos otros héroes olvidados, de acuerdo con el historiador.

Xatruch, procedente de Honduras, dirigió los ejércitos centroamericanos en la guerra contra William Walker. Y de su apellido deriva el apodo que hoy tienen los hondureños, porque cuando venía él con sus tropas decían hay vienen los xatruches... vocablo que con el tiempo quedó como catrachos.

Este general hizo familia en Nicaragua. Y tras la guerra se quedó en los quehaceres agrícolas y haciendo caminos. Falleció en 1893, a los 82 años. Hoy su tumba es una de las remozadas en el Campo Santo San Pedro.

Mientras tanto, Martínez es reconocido como uno de los generales del territorio que nunca pactó con los filibusteros. “Incluso en la alianza del 11 de septiembre de 1856, a él se le designó dirigir la lucha en Nicaragua”, relata Sánchez.

Por si fuera poco, su nombre pasó a la historia a raíz del gobierno binario que conformó con Máximo Jerez en el país, para evitar más guerras. Y con sus reelecciones, que lo mantuvieron en el poder durante 10 años. Sus restos descansan en el Cementerio General de Managua.  

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